Alexandru Macedonski y su rondó a la copa de Murano

Alexandru Macedonski

El artículo a continuación es una muestra del trabajo de traducción de textos rumanos al español que están ejecutando alumnos o del Grado de Románicas de la USAL, con varios fines de investigación. En este caso, Arturo López Martínez está trabajando un texto de Alexandru Macedonski dentro de un proyecto más amplio dedicado a la imagen de Venecia en las literaturas italiana y rumana. (Luminita Anca Marcu)

Venecia es sin duda una las ciudades que mayor huella han dejado en la literatura rumana y en todas las literaturas europeas. A lo largo del siglo XIX, cuando los artistas se lanzan a la aventura de los viajes y dejan el rastro poético de sus hallazgos e impresiones en sus obras de arte, las ciudades de Italia suscitaron un gran interés. Así llegaría Venecia a la literatura inglesa desde la pluma de Lord Byron; a la literatura francesa gracias a Banville, Musset, Gautier o Stendhal; a las letras alemanas con Thomas Mann, Rilke o Gaetano Cerri; e incluso a España, de la mano de Zorrilla o Gabriel García Tassara, entre otros. Pero el caso rumano merece una atención particular, porque más allá de la riqueza artística y del deleite visual que ofrecía la Reina del Adriático y, en general toda Italia, los poetas rumanos buscaron en esta experiencia un modelo de inspiración para su propio compromiso con el proyecto nacional.

Frente al mito literario de Roma, vehículo ideal para una reflexión literaria que remitía a las raíces identitarias del pueblo rumano, el mito veneciano se erige en la literatura rumana como un mito estético, atractivo no tanto por el recuerdo de la grandeza política de su antigua república, sino más bien por el espectáculo visual que ofrecía, como un escenario idóneo para celebrar el éxtasis de la vida, estimulando cualquier incerteza acerca del amor y la muerte.

El primero entre los escritores rumanos que se interesó por las intrigas del paisaje veneciano fue el poeta romántico Vasile Alecsandri, que convirtió la ciudad de las lagunas en el escenario ideal de su amor por Elena Negri, recogido en el poemario Lăcrămioare (1852). Tras él, Venecia reaparecería entre los escritos de Eminescu, que tradujo hacia 1871 un soneto en honor a la ciudad escrito por Gaetano Cerri, poeta italiano naturalizado austríaco. También Duiliu Zamfirescu, gran amante de Italia, dedicaría a la plaza de San Marcos una elocuente composición en versos que hace patente la nostalgia de un pasado glorioso, recuerdo diluido en la decadencia presente. Entre finales del siglo XIX y los albores del siguiente, la imagen romántica de Venecia sería superada mediante parodias a los versos de Alecsandri, que publicó Ion L. Caragiale bajo el pseudónimo de A. Museus en 1909, y con Alexandru Macedonski, cultor del parnasianismo y del simbolismo franceses. Entre los poemas de Macedonski inspirados en Venecia encontramos tanto parodias que ridiculizan el estilo romántico de Alecsandri, como versos sinceros que descubren una íntima reflexión de sus impresiones de viaje. De estos últimos, quizás el más cautivador es el Rondelul cupei de Murano, escrito en 1919 y publicado en 1927, dentro del Poema rondelurilor.

Según nos cuenta Alexandra Vranceanu Pagliardini en un estudio sobre Il mito dell’Italia nella letteratura romena dell’Ottocento publicado en 2019, este poema contiene múltiples referencias a la ciudad de Venecia que derivan simbólicamente de las imágenes que el autor emplea para describir una copa de cristal de Murano. La imagen tradicional de Venecia, muchas veces evocada mediante la figura del fiero león de su bandera, aparece en Macedonski revitalizada con nuevos elementos mitológicos a través de la descripción plástica del objeto, que potencian esa idea de la ciudad como invitación al éxtasis, en deuda con la estética simbolista y parnasianista.

A continuación, reproducimos el original del autor en rumano junto con una traducción al español realizada por Arturo López Martínez. Esperamos que sea del agrado del lector y que, si conoce el encanto arquitectónico de Salamanca, sepa encontrar en estos versos ese halo embriagador que recuerda a la Casa Lis, donde a día de hoy se encuentran también algunos homenajes a la misma belleza pura, obra de otro artista rumano, el escultor Dumitru Chipăruș.

Rondelul cupei de Murano

Nu e de aur: e de raze.

O-ntind grifonii ce-o susțin.

E dătătoare de extaze,

Cu ea-n onoarea ta închin.

 

În schinteierea-i de topaze

Coprinde-al nemuririi vin. –

Nu e de aur: e de raze.

O-ntind grifonii ce-o susțin.

 

E arta pură, fără fraze,

E cerul tot de soare plin.

Talaze largi, după talaze,

E sufletescu-avînt deplin,

Nu e de aur: e de raze.

 

 El rondó a la copa de Murano

No es de oro: es de rayos.

Sostenida por los grifos que la ofrecen.

Portadora del sublime estado,

Con ella te honro en la bebida.

 

En su destello de topacios

Contiene el vino, elixir de eterna vida. –

No es de oro: es de rayos.

Sostenida por los grifos que la ofrecen.

 

Arte puro es, inefado,

Es cielo todo de sol que brilla.

Oleaje constante, oleaje amplio,

Al pleno ardor de la mente incita,

No es de oro: es de rayos.

 

(Arturo López Martínez)